Daniela Patiño|Mujer In Time
¿A quién no le gusta comprar ropa nueva, estrenar, tener muchas prendas, cambiarlas, tener siempre las últimas tendencias antes que nadie?…Pero, ¿conoces el proceso que te lleva a disfrutar de todas esas actitudes?
El movimiento ‘fast fashion’ es un término utilizado en el mundo de la moda, en el que una prenda se produce, consume y desecha muy rápido. Además de ofrecer precios bajos al mercado y con colecciones nuevas, cada semana, si, cada semana.
Seguramente alguna vez te has preguntado cómo es que las tiendas ofrecen productos nuevos a precios tan bajos; esto es posible por las ‘sweatshops’, definidas por el diccionario de Cambridge, como “pequeñas fábricas en donde trabajadores cobran sueldos bajos por muchas horas de trabajo y malas condiciones laborales” ¿Esto te da una pista?. Éstas fábricas textiles, se encuentran en países tercermundistas; en los que se ofrecen sueldos que no alcanzan el mínimo y que no cuentan con prestaciones ni seguros. Los trabajadores sufren de malos tratos, explotación infantil, y son obligados a trabajar más de 14 horas diarias. Se estima que un aproximado de 250 millones de niños de entre los 5 y los 14 años de edad, trabajan en estas fábricas en calidad de esclavitud.
Sabemos que es una realidad que es difícil de admitir, ya que todos en algún punto de nuestras vidas, hemos sido o somos parte de este consumo masivo, que obliga a las fábricas a elevar su producción diaria, pero es importante informarnos y hacer conciencia de lo que nuestros actos ocasionan, sin siquiera darnos cuenta.
Estamos aquí para hablar del movimiento ‘fast fashion’, no para señalar marcas, pero estas condiciones laborales se dan en todas esas tiendas que encontramos en las calles, centros comerciales y que todos consumimos.
La gravedad de este movimiento, no termina en las pésimas condiciones salariales en las que se encuentran los trabajadores, pues, en 2013 en Bangladesh, una de éstas fábricas en Rana plaza, se derrumbó debido al mal estado en el que se encontraba, accidente en el cual hubo más de 1100 muertos y más de 2500 heridos, perdiendo extremidades y, debido a la falta de seguro laboral, perdiendo dinero y trabajo. Parte de la causa del alto número de muertes, fue debido a que, en éstas ‘sweatshops’, los trabajadores se encuentran encerrados con llave, para que precisamente, no puedan salir y las horas de producción sean más largas; pues, en los países del primer mundo, se exige este nivel de demanda. Muchas veces, vemos las etiquetas de las prendas, y nos tranquiliza el hecho de leer “hecho en España”, pero realmente estamos siendo engañados, pues en muchas partes, las prendas son enviadas a España para coser un último botón o incluso, sólo planchar, y ya por eso se puede decir, que fue hecho en España.
En estas fábricas, se utilizan químicos y sustancias dañinas y cancerígenas, por lo que, los trabajadores, al estar en contacto con ellas, enferman gravemente. El algodón que producen, utiliza pesticidas agresivos y que, aunado a esto, se tiñe con tintes que perjudican la vida.
Nosotros somos quienes realmente contamos con el poder de la oferta, y la realidad del asunto, es que nosotros adquirimos prendas que aparentemente tienen un costo muy bajo, pero en realidad ese precio lo está pagando, la pésima calidad de vida de estos trabajadores.
Es una realidad que el modelo de negocio actual de la industria textil, es totalmente insostenible. Las prendas low cost, tienen apenas una duración estimada de 5 veces de uso. En el documental ‘The true cost’, se expone toda la verdad detrás de la industria de la moda, y que las ganas de tener nuestro armario lleno de las prendas más trendy, sin darnos cuenta, están acabando con muchas vidas.
Se supone que la moda nos defina, que hable de nosotros, de quiénes somos y cómo nos expresamos; la pregunta es ¿qué personas queremos ser?, ¿qué dice de nosotros lo que usamos?…
Sabemos que es difícil hacer un cambio de la noche a la mañana, pero, es importante que seamos conscientes de que, con nuestro dinero, estamos sumando votos para que la situación continúe así en muchas partes del mundo, que replanteemos nuestro consumismo, y en algún momento optar, por invertir en prendas de mejor calidad.
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